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Éramos felices


                                 y no lo sabíamos...






                    A pesar de los meses que llevamos
            asimilando que este año tampoco sonarán
            tambores en el centro de nuestra ciudad, no por
            esperado, se hace menos duro.

                    A pesar de que el año pasado, cantábamos
            la Salve desde nuestros balcones, con la esperanza
            de que sólo tuviéramos que vivir una Semana
            Santa así, es duro saber que este año también
            tendremos que vivirla cada uno en la intimidad y
            en el recogimiento de su casa.
                    Es triste saber que este año tampoco
            veremos     nazarenos,    hebreos,   capirotes,
            granaderos, judíos y portapasos llevando sobre
            sus hombros nuestros tronos, ni a los piquetes
            que les escoltan.

                    Es triste saber que este año las bandas de
            música tampoco podrán alegrarnos los oídos y el
            alma con nuestras marchas de Semana Santa.

                    Es triste saber que este año tampoco habrá
            niños que vuelvan a su casa la mar de contentos
            con los caramelos o postales que le haya dado un
            nazareno, y diciéndole a su madre o su padre: "el
            año que viene quiero salir en las procesiones"....                Foto: Inés Baleriola Pérez

                    Es inevitable recordar todo lo que         que sí que me niego a perder, es esa sensación de
            vivimos y sentimos durante la semana más           vacío que nos recorre el cuerpo al ver recogerse a
            grande de nuestra ciudad, pero también todo        la Virgen del Amor Hermoso, y ver y sentir que
            lo que hace posible  "echar las procesiones  a la   con Ella no terminan las procesiones de ese año,
            calle";  ensayos,  reuniones,  reparto  de  vestuario,   sino que comienzan las del año siguiente.
            limpieza de  trono y hachotes… y es inevitable
            echar de menos a todas esas personas con la               Ojalá y cuando volvamos a poder vivir
            que vives y compartes todos esos momentos;         y sentir nuestras procesiones lo hagamos con la
            mis flagelos, mis granaderos, mis hermanos del     misma ilusión, con la misma fe y con las mismas
            Cristo del Socorro y algunos otros hermanos de     ganas para con nuestros desfiles, intentar hacer
            otras agrupaciones o Cofradías.                    aunque sólo sea un poquico más grande la
                                                               historia de nuestra ciudad, pero sobre todas las
                    Echo de menos levantarme el lunes con      cosas, ojalá y cuando podamos volver, volvamos
            los hombros reventados después del ensayo del      todos.
            domingo, echo de menos nuestras juntas y post-
            juntas, nuestros ensayos nocturnos en el Eroski,          Lo  que  tengo  claro  es  que,  no  sé  si  el
            los raticos en la calle San Miguel, echo de menos   año que viene, al siguiente o dentro de 10 años,   29
            ver a nuestros pequeños coger su palo de madera    cuando  termine  esta  pesadilla,  nuestras  calles
            y ensayar con la misma ilusión con la que lo       volverán a llenarse de ese orden, esa luz y esa
            hacíamos los mayores hace ya algunos años,         flor, que hacen únicas nuestras procesiones.
            ilusión que seguimos manteniendo, porque, de no
            ser así, no tendría razón de ser que siguiéramos          Y  ojalá  entonces  valoremos  aún  más  lo
            formando parte de esta "bendita locura" que son    que tenemos porque éramos felices, entre otros
            nuestras procesiones, y lo que tampoco hemos       muchos raticos que no valorábamos, con nuestros
            conseguido perder con el paso de los años, por     "trajines semanasanteros" y no lo sabíamos…
            lo menos yo, son esos nervios que se sienten al
            pisar la rampa como si fuera la primera vez; y lo                              Inés Baleriola Pérez
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