Page 104 - El Cristo de la Flagelacion en la Historia de Cartagena - WEB
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Balbino de la Cerra en el recuerdo


                                 En el año 2003, en un momento de expansión económica y auge de la Semana Santa,
                              dejaba este mundo uno de los personajes más importantes de su historia más reciente, uno
                              de los pilares de la recuperación de los desfiles tras los fatídicos años de la Guerra Civil, la
                              represión de muchos hermanos Californios y la destrucción de las imágenes.

                                 Balbino De la Cerra, nació en la ciudad alicantina de Torrevieja en 1923, pero su familia
                              ha estado siempre muy arraigada a Cartagena. En el año 1940, siendo solo un muchacho,
                              comprendió que la Semana Santa cartagenera tenía que basar su originalidad no solo en su
                              marcialidad, sino también en los complementos estéticos; y en ello se empleó con energía
                              hasta poco antes de su muerte, realizando innumerables diseños, entre los que se encuentran
                              túnicas, mantos, estandartes, galas, etc. El manto de la Virgen del Primer Dolor y la túnica
                              de Nuestro Padre Jesús Nazareno eran consideradas por él mismo como sus mejores obras,
                              siendo el primer diseño que realizó un estandarte para la Agrupación de San Pedro.

                                 Su vida pasional comenzó cuando su abuelo, primer Presidente la Agrupación de San
                              Pedro, le llevó a los cinco años a la sede de la Cofradía California. Desde pequeño, al salir
                              del colegio, acudía el joven Balbino para ayudar al Hermano Mayor en lo que hiciera falta,
                              incluida la limpieza del polvo de los tronos. Catorce años tenía cuando comenzó la Guerra
                              Civil y todavía conservaba en su retina la imagen de las tallas de Semana Santa amontonadas
                              en la acera de Santa María de Gracia antes de ser enviadas al monte para ser quemadas.


                                 Quizás esas amargas sensaciones de la Guerra marcaron su trayectoria dentro del mundo
                              cofrade: en sus muchos años de vinculación a la Semana Santa miles fueron las vivencias
                              que atesoró en medio de todo aquel maremagnum de tronos, flores y ornamentos entre
                              los que se movía, pero algún percance también tuvo, recordando con especial amargura
                              una espectacular caída que sufrió desde el trono de la Virgen cuando intentaba colocar a
                              la túnica un capote adaptado, regalo de la viuda del torero Antonio Bienvenida.


                                 Pero la mayoría de los recuerdos atesorados en tantos años de empeño pasionario fueron
                              positivos: además de la túnica de Jesús Nazareno, Balbino realizó para la Cofradía Marraja
                              diversos trabajos, como los estandartes para la Agrupación de la Santa Agonía, La Piedad;
                              y galas y estandarte para La Lanzada; pues a pesar de que su corazón latía Californio, era
                              ante todo un defensor de la Semana Santa cartagenera en toda su extensión, pues se había
                              curtido en diferentes terrenos del ciclo pasional: en 1943 Francisco Linares Buford hizo
                              posible su participación en La Oración del Huerto primero y luego en el tercio de San Juan.
                              Poco a poco su presencia en los diferentes tronos de la Agrupación se hizo algo habitual,





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