Page 11 - El Cristo de la Flagelacion en la Historia de Cartagena - WEB
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de esa época, comparándolas de esta forma con las riquezas de la minas de California que
acababan de ser descubiertas.
Su nacimiento y desarrollo coincide con un momento económica y demográficamente
muy bueno para Cartagena, ciudad que había superado los males de las epidemias y los
acosos piratas del siglo XVII, y se aprestaba ahora a vivir un tiempo de grandes inversiones
bajo el mandato de los nuevos soberanos de la Casa de Borbón, que realizaron en solo
sesenta años (bajo la tutela de Jorge Juan) las obras del Arsenal y todos los castillos y
fortalezas que orlan su perímetro.
La Cofradía tiene desde sus orígenes como fin principal organizar la procesión del
Prendimiento cada Miércoles Santo. El cortejo contaba en aquel tiempo con ocho pasos,
todos ellos, menos el de San Pedro Apóstol, obra del célebre escultor murciano Francisco
Salzillo. Dicha imaginería se talló entre 1748 y 1773, incorporándose el paso de la Santa
Cena en 1883. El cortejo lo abría en aquel tiempo del reinado de Carlos III y mandato
del murciano Conde de Floridablanca el trono de la conversión de la mujer samaritana,
alegórico del Sacramento del Bautismo y del renacer a una nueva vida, además de hacer
referencia a la caridad y a las obras de misericordia: dar de beber al sediento.
Le seguían tres escenas que narraban lo acontecido en el huerto de Getsemaní la
noche en que prendieron a Jesús: La Oración en el Huerto, el Ósculo y el Prendimiento.
En resumen, una serie de pasos que invitaban al espectador a reflexionar sobre las
estaciones iniciales de la Pasión del Señor. La procesión continuaba con otros tres tronos
con las imágenes de Santiago, San Pedro y San Juan, testigos directos como Apóstoles
de esos momentos. Cerraba el desfile procesional el trono de la Virgen del Primer Dolor,
advocación que simboliza el comienzo de la Pasión del Redentor y el sufrimiento de María
ante la muerte de su único hijo; y su papel como Corredentora del género humano.
Tras superar una etapa difícil entre finales del siglo XVIII y la primera parte del XIX, a
causa de la inestabilidad política del país y los continuos pronunciamientos militares que
tanto afectaron a las plazas militares, la Cofradía vivirá un período de esplendor en la
segunda mitad del ochocientos, coincidiendo con el auge de la burguesía enriquecida por
la minería, que pasará a controlar los puestos directivos de la Hermandad implantando en
los desfiles procesionales una nueva estética más acorde con el gusto Modernista.
Es a comienzos del siglo XX cuando la Semana Santa se convierte en un fenómeno
popular: tras la destrucción de la ciudad durante la Guerra Cantonal llegó la gran expansión
de la cuenca minera a finales de la centuria, desarrollándose el Art Decó, y con él aparecen
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