Page 21 - ELFLAGELO2015
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melos, ni mucho menos Pero a pesar
con la cara tapada. Mis de que haya sido y sea
primeros recuerdos son un regalo el desfilar
los de un niño sentado por Cartagena, el ver-
en una silla de made- dadero regalo son las
ra en “Las Puertas de personas que he tenido
Murcia” con un sánd- y tengo la suerte de in-
wich en la mano y mi- volucrarlas en mi vida
rando con admiración gracias a que la Sema-
el paso de penitentes y na Santa ha dejado de
portapasos. ser para mí, eso, una
semana, para conver-
Hace no mu- tirse en una manera de
cho escuché: “Las vivir.
imágenes no emiten
sonidos, pero si pueden Y esas perso-
hablarte”. Y esa llama- nas se han convertido
da la sentía y siento aún cuando Jesús Prendido, o el Ecce en una familia formada por jóvenes cofrades.
Homo, desfilan delante de mí.
Jóvenes que no solo manifiestan todos los años
Muchos capuces, capas y hachotes han contem- públicamente su fe por las calles de Cartagena, además
plado mis ojos pasar en esa fría silla de madera. son personas comprometidas con la cofradía, y agrupacio-
nes, personas que se ponen a trabajar sin preguntar, y al
Y siempre, siempre que veía la dulce mirada de finalizar, dan las gracias.
la gran obra de Benlliure, mi ruego hacia Él era el mis-
mo: “Señor, déjame procesionar contigo, déjame una sola Jóvenes ambiciosos e ilusionados por llevar el
vez”. nombre de Cartagena y de la cofradía encarnada a lo más
alto. Y así, esta generación, lo lleva demostrando durante
Hasta que un año esas plegarias se convirtieron años.
en realidad. Larga fue la espera de esa Semana Santa, los
días se contaban al revés, la túnica tantas veces colgada en Pero como en todas las familias, no solo hay jó-
una percha, se fundió en mi cuerpo convirtiéndose en una venes, también tengo el privilegio de compartir mi vida
segunda piel. Coloque un capuz negro sobre mi cabeza en cofrade con personas que, o bien no tienen ya mucho pelo
la calle de San Miguel, me dieron un hachote en Santa en la cabeza, o lo tiene muy blanco.
María, y tras un pequeño tirón en el capuz, por parte de
un hermano, para colocar la tela, comencé a desfilar cami- Esas personas tienen algo que los jóvenes no po-
no del dintel de la puerta y hacia una fría noche de Jueves demos conseguir por muy ambiciosos o ilusionados que
Santo. seamos, la experiencia. Y me reitero diciendo que es un
orgullo que compartan dicha experiencia conmigo, que me
De repente noté como el suelo se hacía más blan- permitan trabajar codo con codo con ellos y que de vez en
do bajo mis temblorosos pies y escuché como la madera cuando me digan, al más estilo cartagenero: “Hay que ver
crujía tras ser golpeada con mi hachote, era aquel el sonido el nenico como está aprendiendo”.
del que tanto había oído hablar y tanto nos gusta a los ca-
pirotes. Apenas escuchaba el sonido de aquel tambor sordo Y por último, y aprovechando mi condición de
perdido por la calle del Aire, noté la brisa entrar por los pregonero, quería dar las gracias a todas aquellas perso-
orificios del capuz, y, la verdad, no recuerdo si conseguí en nas que han hecho posible que esta noche haya tenido el
aquellos instantes llevar el paso o no. Lo que sí recuerdo es privilegio de realizar este pregón.
que sonreí y susurré: “gracias”.
En primer lugar a todas aquellas personas que me
En aquel momento ya había cumplido mi sueño felicitasteis, animasteis e incluso os ofrecisteis a echarme
pero, la misericordia y bondad del Señor es infinita y, al una mano cuando os enterasteis que yo iba a ser el prego-
parecer, tenía guardadas más Semanas Santas y proce- nero. Gracias.
siones para mí. Supongo que yo tenía mis planes y Él los
suyos. A mi familia, y en especial a mis padres y mis
Y a día de hoy puedo decir que ya sea con sudario, hermanos, por estar siempre a mi lado en aquellos mo-
hachote, gala o vara, para mí no hay mayor orgullo que mentos buenos y no tan buenos, jamás he sentido vuestra
desfilar bajo la linterna del prendimiento. ausencia. Gracias.
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