Page 25 - ELFLAGELO2015
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Entré en la habitación. La luz estaba apagada.
            Sólo se vislumbraba su silueta en la cama a través del re-
            flejo de la luz que entraba de la calle a través de la ventana.
            No estaba seguro al principio de que el enfermo que allí
            estaba postrado fuese él. Estaba más delgado, y conectado
            a respiración, sueros, sonda…, su respiración era agitada,
            aunque acompasada.

                   Encendí la luz, me reconoció, y su expresión fue
            como si me quisiera decir: “mira cómo estoy”… nos mi-
            ramos un instante, le acaricié la cara y me pidió un zumo.
            Salí, busqué a una enfermera, y me explicó cómo prepa-
            rarlo mezclándolo con espesante para que no se atragan-
            tara. Se lo tomó con avidez, pedía más a cada cucharilla.
            La cama estaba incorporada. Sus brazos conectados a las
            máquinas, y su cabeza ladeada hacia la derecha. Se termi-
            nó el zumo. Limpié las comisuras de sus labios. Mientras
            le sujetaba de su mano derecha pudimos hablar un poco.
            Bromeé sobre su cambio de imagen, ya que habitualmente
            llevaba perilla y se la habían afeitado dejándole sólo bigo-
            te. Se calmó.

                   Al poco rato llegó Andrés, otro de los voluntarios
            de  Jesús  Abandonado.  Le  preguntó si  quería tomar  un
            flan, y dijo que sí. Se lo dimos, cada uno sujetándole de
            una mano. Se volvió a quedar tranquilo de nuevo.
                   Aprovechamos para hacerle notar que estábamos
            allí. Hablábamos suavemente, le cogíamos  cada uno de
            sus manos, y le acariciábamos la cara. En ese momento          Foto: archivo Ángel Julio Huertas
            se me vino a la cabeza un libro sobre la Madre Teresa de
            Calcuta que el Director Espiritual nos había recomenda-
            do como lectura, que se titula “Seremos juzgados sobre   tizar, y que Cristóbal Sevilla no estaba al tanto de la gra-
            el amor”, y en el que se expone la experiencia de la Santa   vedad. Llamé de nuevo a Francis, que iba de camino a La
            con los más pobres, y cómo Dios, se manifiesta en ellos,   Palma, a una Vigilia de Oración. Le comenté la situación,
            de modo que, el tocarles, acariciarles y acompañarles, era   y llamó a Cristóbal para decírselo. Fui consciente también
            como hacerlo al mismo Jesús…                       de que no estaba preparado para vivir ese momento.
                   Pasó muy poco tiempo, y su respiración se agitó    Entramos de nuevo a la habitación Andrés y yo.
            de nuevo. Su rostro se tornó morado, y no podía respirar.   Volvimos a coger a Wert de las manos, y nos sentamos
            Avisé a las enfermeras, entraron varias de ellas, y el médi-  uno a cada lado de la cama. Recé un Padrenuestro y un
            co, y nos echaron de la habitación. Estuvimos esperando   Ave María. Cristóbal estaba de camino. Fue debilitándose
            unos 15 minutos. Salieron. Nos dijeron que podíamos pa-  poco a poco. Sus ojos se quedaron entreabiertos, mirándo-
            sar, que respiraba muy débilmente y que no le quedaría   nos. Sus pupilas se dilataron. Su expresión fue relajándose
            más de 20 minutos de vida.                         tenuemente hasta quedarle un aspecto de serenidad. Sus
                                                               manos dejaron de hacer presión, sus extremidades se iban
                   En ese momento, pensé que Wert estaba sin Bau-  quedando frías…

























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