Page 19 - El Cristo de la Flagelacion en la Historia de Cartagena - WEB
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También ha sido con frecuencia utilizado como método de tortura practicado para
arrancar confesiones a las víctimas en todas las épocas y por diversas instituciones,
y como práctica sexual en los ritos del sadismo y el masoquismo. Y la Flagelación de
Cristo ha servido para iniciar una práctica religiosa: la autoflagelación como forma
de mortificación de la carne, como forma de hacer propio el sufrimiento del Señor en
su agonía. Fue muy habitual en la Edad Media, destacando los ritos que practicaban
los miembros del movimiento flagelante cristiano en el siglo XIII y que imitan algunas
corrientes cristianas y los musulmanes pertenecientes al chiísmo.
La flagelación, por tanto, ha sido usada en todos los tiempos y todas las épocas,
aunque más especialmente por los judíos: el reo lo sufría en la Sinagoga ante tres jueces
y recibía trece azotes con un látigo armado de tres correas. En la Iglesia Católica la
flagelación era una pena disciplinaria, aplicada a gentes de toda condición, como fue
el caso del conde Raimundo de Tolosa, flagelado al pie del altar por haber favorecido
a los albigenses. También fue usada como método de tormento por la Inquisición y
como penitencia en los conventos. Durante la Edad Media y aún hasta el siglo XIX hubo
muchas cofradías de disciplinantes que se flagelaban en la oscuridad de los templos y
de forma pública en las procesiones.
En la Rusia zarista, sobre todo bajo el reinado de Pedro el Grande, la flagelación
era una atroz forma de pena de muerte, pues consistía en matar deliberadamente al
reo a latigazos hasta que estuviese muerto. La pena de flagelación o azotes subsistió
en Inglaterra y en Dinamarca hasta el siglo XX y Australia la conserva como correctivo
público en sede judicial a adolescentes díscolos.
El caso de Jesús fue muy especial, pues su en su caso no siguieron los usos habituales,
ya que la flagelación era el preámbulo legal y necesario que precedía a toda ejecución.
Se llevó a cabo en las dependencias del tribunal, lo cual solo se hacía si servía como
pena sustitutiva de la de tipo capital. Son los evangelistas los que nos han transmitido
lo acaecido. Mateo y Marcos se limitan a constatar el hecho:
Y habiendo hecho flagelar a Jesús, lo entregó (Pilato) para que lo crucificaran.
Pero Lucas es más explícito, y cuando está explicando los esfuerzos de Pilatos para
salvar a Jesús, al final nos cita una frase del Prefecto:
Le castigaré y luego le soltaré.
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