Page 52 - El Cristo de la Flagelacion en la Historia de Cartagena - WEB
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Y es que en aquellos años 60 y 70 la apuesta por la modernidad en el arte era muy
                              decidida,  pues era  un  momento de recuperación económica, de cicatrización  de
                              viejas heridas  y de renovación  constante  de las  energías procesionistas  en el espíritu
                              postconciliar: los desfiles se hicieron todavía más populares y el papel de la mujer aún
                              más decisivo: dentro y fuera de la procesión, en la intendencia y en la ejecución.

                                 Lo que si observamos es el creciente desarrollo de La Flagelación, fue ganando paso
                              a paso presencia en la Semana Santa y en la Cofradía California, tanto en calidad como
                              en número de hermanos. Desde el punto de vista puramente estético diremos que los
                              miembros de la Agrupación destacaban no solo por su trono, sino también por su cuidado
                              vestuario y la soberbia cruz de plata en cuyo centro luce en oro el escudo y que sustituyó
                              a la primera de madera, de forma que ésta figuró como estandarte ante los penitentes
                              hasta la realización del nuevo sudario.

                                 Diremos que  aquellas  primeras décadas  de la  Agrupación  están marcadas por  un
                              modelo estético en el que se pone un especial énfasis barroco en el descarnado dolor de
                              Cristo, cuyas heridas mancilladas son las de una ciudad deprimida por años difíciles, que
                              va poco a poco remontando el vuelo en los años 60, momento de renovación estética: la
                              Semana Santa, en plena efervescencia conciliar, gana colorido y la Agrupación prestancia
                              coincidiendo  con  los  años  de mandato  de Juan  Alessón  López  como  Mayordomo
                              Principal de la Cofradía California, y Fausto Peragón Pérez como presidente del Cristo de
                              la Flagelación, hombre amable y de trato cercano, que sustituyó en el cargo a Dionisio
                              Martínez.

                                 El nuevo presidente tuvo la suerte de que les tocase la lotería en 1966, por lo que
                              se invirtió toda una fortuna de la época, 300000 pesetas, en el ornato del trono, siendo
                              ensanchada la base, incrementada con apliques y florones de plata, que vinieron a poder
                              remediar un problema técnico: la peana era muy estrecha y el Cristo quedaba muy pegado
                              a los faroles que le servían de cartelaje.


                                 Fueron los años de relanzamiento de la Agrupación, los protagonizados por Juan Para,
                              Antonio Bernabéu, Salvador Sánchez, Carlos Sidjestrom, Francisco Roca, Pedro González
                              y un nutrido grupo de entusiastas californios, en su mayoría miembros de la pequeña
                              burguesía, pasando de los 29 penitentes del momento de la fundación a ser 44 en 1966.
                              Ellos trajeron un nuevo estilo e incorporaron una nueva estética, más acorde con aquellos
                              aires de ruptura: posiblemente, lo que más distingue a la década de los años sesenta, con
                              estribaciones en la siguiente, es que se trata de una época de transición, en donde, en el
                              ámbito de la escultura religiosa y el ornato se introdujeron cambios radicales.





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