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El Flagelo


                                                                                 el que puede proporcionárselo,
                                                                                 las marchas de las procesiones
                                                                                 como medio de identificación del
                                                                                 paisanaje de ambos personajes
                                                                                 y  vehículo a través del cual se
                                                                                 logra la merced  solicitada  y un
                                                                                 final siempre feliz en el que los
                                                                                 lazos marcados por el hecho de
                                                                                 compartir cuna y afición por las
                                                                                 procesiones ablanda el corazón
                                                                                 de aquel que tiene que conceder
                                                                                 el favor. Puro cuento, ya que tan
                                                                                 sólo  como  tales  cabe  calificar
                                                                                 a estas pretendidas  ‘anécdotas
                                                                                 históricas’.

                                                                                        Mucho más creíble,
                                                                                 y   documentada,    que   las
                                                                                 tres historias a las que
                                   Foto: Archivo Ángel Julio Huertas             anteriormente   nos    hemos
             murciano ‘El Liberal’, a la ‘moda’ de relatar anécdotas   referido, es la que tiene en estos años por
             sucedidas con la música de los ‘judíos’ como banda   protagonista al doctor Tomás Maestre Pérez,
             sonora. Así, contaba que “se da por cierto que un   murciano de antecedentes familiares cartageneros
             bizarro  general  cartagenero, apasionado cofrade,   y creador en España de la Escuela de Medicina
             cuando había de reprender particularmente a algún   Legal y titular de la cátedra de la misma en la
             recluta, siempre iniciaba la homilía preguntándole   Universidad de  Madrid hasta su jubilación  en
             el  lugar de su nacimiento, y  si el  interrogado  se   1930.  Su  biógrafo,  Lorenzo  Solano,  cuenta  que
             decía cartagenero, para asegurarse de ello, de modo   “D. Tomás era sorprendido en muchas ocasiones
             indudable, invitaba a silbar la ‘Marcha de los Judíos’   por los estudiantes y nunca era inflexible
             u otro aire procesionil de los más característicos. Se   con ellos. Los amaba y aconsejaba con mimo.
             añade que en más de una ocasión, y a cuenta de dura   Pero algunos se valían de esta sensibilidad del
             reprimenda, se pudo observar como se suavizaba el   profesor para conseguir aprobados, utilizando
             agrio gesto del indignado jefe, a tono del silbido, y   su  origen murciano o alicantino, el parentesco
             cuan poco faltaba para que siguiera el compás con   o la amistad de sus padres. “Don Tomás, que
             el cuerpo. Y aún es fama que un pícaro levantino   soy de Cartagena, de Murcia, de Monóvar. Y el
             incluso en grave falta disciplinaria, y conocedor   bueno de don Tomás se conmovía y mejoraba
             de  la  debilidad  patriótico-filarmónica  del  general   la nota del estudiante. La artimaña fue pronto
             californio, entróse bizarramente en el despacho del   conocida por algunos, que al decirle la provincia,
             jefe modulando cariacontecido la ‘Marcha Lenta del   no tardaban en recibir una pregunta: ¡Pues silbe
             Pito de los Judíos’, y salió airosamente soplando a   usted el ‘Perico Pelao’!, si era de Cartagena, o
             todo pulmón la alegre ‘Llamada de los Granaderos’   bien el himno de las procesiones de Murcia y
             sin que el desacato tuviera otras consecuencias”. (12)  Monóvar si se pretendían de este lugar”. (13)  De
                                                                la veracidad de éste hecho puede ser prueba
                     Como vemos se trata  de todo un género     la anécdota que contaba el médico cartagenero
             literario ‘a la cartagenera’ donde el esquema, muy   Fulgencio Roca, quien le aseguraba que cuando
             simple, es siempre el mismo. Dos protagonistas, uno   fue a presentarse a él al ingresar en la facultad
             que necesita algún tipo de trato de favor y otro que es   y enseñarle las recomendaciones que llevaba fue



















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