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El Flagelo
continuadores, no los seguidores, de los maestros
que constituyen la gloria del arte cristiano”. Se re-
siente de que el arte religioso sea considerado un
arte menor y se profesa como un artista fielmente
católico y creyente, valores que entendía como im-
prescindibles para comprender la escultura sacra.
Define la realización de las imágenes como una
obra de piedad y de virtud, donde vive de forma
perenne Dios mismo en su mayor belleza; reniega
de lo efímero, lo banal, siendo esencial que el artis-
ta sepa aproximarse a la divinidad y a la santidad
para crear sus imágenes.
Enmarcada en este pensamiento, con gran
expectación y con una fotografía de la desapare-
cida imagen, obra del inmortal Salzillo, se talla
la imagen de la Virgen del Primer Dolor. Desde
la Cofradía se le envía madera de pino. El precio
por la realización de la escultura es de 15.000 pe-
setas. El 2 de abril de 1943 se trasladan a Madrid
Ángel Obradors y Francisco Linares, secretario
y mayordomo principal de la cofradía respecti-
vamente, para hacerse cargo de la imagen y dos
días después, a primera hora sale con destino a
Cartagena, trayecto que se realiza en camión. A
las nueve y media de la noche, según consta en el
libro de cabildos llega a la Cofradía la imagen de
la Virgen, procediendo a vestirla en la Sala Capi-
tular. Una vez abiertas las puertas, los cofrades se
encuentran con una representación de la Dolorosa
completamente diferente a lo esperado. Una ima-
gen realista, donde toda la emoción se concentra
en cara y manos, manos que adoptan la postura de
la imagen anterior, pero rostro y expresión opues-
tos al recordado. Mientras que Salzillo la presen-
taba como una madre implorante al cielo, Pérez
Eclesiástica que busca nuevas formas para Comendador nos transmite un dolor callado, me-
ornamentar los templos en reconstrucción, aunque ditado, de boca apretada, conteniendo el llanto,
sigue firme en sus pensamientos y su postura ante carente de lágrimas y teatralizaciones, una madre
lo que considera un “arte aberrante” para la Iglesia; en la que se podrían identificar cada una de las
las formas conceptuales con las que se comenzaba madres que habían perdido a sus hijos en la tan
a representar el arte cristiano, se contraponían a un reciente lucha civil.
arte figurativo tan propio y necesario para la escul-
tura procesional, ya que en la imaginería no pue- Una vez visto que, en apariencia no era lo
de prevalecer el tema o concepto sobre la forma. esperado por los cofrades, ¿qué queda de la otra
“Adquiriendo la seguridad gracias al estudio de los opinión? ¿Estaba a la altura de lo esperado artísti-
antiguos hay que dejar hablar al alma y a la propia camente?
sensibilidad, sin someterse a servilismos”“…hay
que hacer una imagen actual sin descuidar la be- Rotundamente sí. Estamos ante una obra
lleza plástica, así como la policromía para que no compendio de todas y cada una de las caracte-
destruya la imagen” rísticas formales de Pérez Comendador. Aunque
nos ocupemos de una imagen de vestir, en la que
Sus críticas hacia las cofradías y hermanda- el ajuar textil y orfebre juegan un papel impor-
des, incluso al propio clero sevillano provocan que tantísimo en lo que podríamos definir como “la
los encargos religiosos de la ciudad hispalense se conclusión de la obra”, es una imagen de una
vean mermados; reniega de la importancia que se delicadeza tremenda, de postura erguida con
da a lo accesorio, olvidando la traza de un retablo o una leve inclinación hacia delante, con mirada
el dibujo previo de una imagen; eleva su voz hacia agachada y manos delicadas y bien torneadas; la
la elección de los artistas, alegando que casi nunca cabeza tallada siguiendo el clasicismo y la escue-
van a parar a manos especializadas que serían “los la andaluza, con pelo tallado y peinado al cen-
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