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El Flagelo


            Bellas Artes como la de Roma o París. En 1949 es
            nombrado Maestro Imaginero de Honor del Taller de
            Imaginería Religiosa de Santa Isabel de Hungría.
            Con este currículum, era el candidato indiscutible
            para la realización de la Escultura.

                    Pero intentemos conocer su pensamiento
            y la situación artística del momento. La España de
            la década se sitúa  en un aislamiento internacional;
            la información y las corrientes artísticas que llegan
            del exterior son escasísimas, por lo que se mira a
            la tradición y a lo correctamente formal, a lo aca-
            démico. La imaginería religiosa prolifera en el pe-
            riodo de la posguerra, Pérez Comendador, Benlliu-
            re, Castillo Lastruci, Collaut Valera o José Capuz
            saben aprovechar el momento de recuperación de
            un patrimonio desaparecido por los ataques reali-
            zados a los símbolos religiosos. La pérdida de este
            patrimonio lleva consigo un declive de la Semana
            Santa a nivel nacional, lo que causa a la vez, una
            numerosa desaparición de hermandades. Las que
            retoman su actividad, como en el caso de los ca-
            lifornios, se enfrentan a construcción de un patri-
            monio empezando por lo más elemental, que no es
            otro que su propia razón de ser, las imágenes re-
            ceptoras de la devoción y auténticos protagonistas
            de la catequesis popular que desarrollan. La urgen-
            cia por reponer las carencias, y la situación econó-
            mica existente, es causante de que las obras que se
            realizan en ese momento sean elaboradas en ma-
            teriales de las más distintas calidades, desde ma-
            dera de pino, ciprés…, pasando por el barro, pasta
            de madera, telas encoladas, etc. Todo ello sumado
            a una tendencia más conceptual y moderna de la
            imaginería religiosa.                              bina con pátinas y postizos para dotar de mayor
                                                               naturalidad y barroquismo sus obras.
                    Pérez Comendador eleva su voz en contra
            de la situación, entendiendo que desprestigia el          En el año 1939, para mostrar las nuevas
            arte imaginero, y atenta contra la más pura histo-  tendencias basadas en la tradición escultórica es-
            ria artística española. Influenciado por su forma-  pañola, se celebra en Vitoria un Exposición Nacio-
            ción en los talleres y escuela sevillana, se centra   nal de Arte Sacro donde se reúnen las más diversas
            y se recrea en el barroco y en el formalismo tan   disciplinas artísticas, contando Pérez Comenda-
            característico de la tradición andaluza y castella-  dor con una sala monográfica dedicada a su obra.
            na del siglo XVII, mirando a Gregorio Fernández,   Ante la creciente hegemonía de las nuevas ten-
            Alonso Cano o Francisco Salzillo, sin olvidar al   dencias  artísticas,  Comendador  defiende  su  pos-
            que  podemos  considerar  su máximo  referente,    tura en cuanto a su definición de la imaginería en
            Martinez Montañés. Surgen de su obrador tallas     ese momento, las imágenes sagradas son un punto
            en madera herederas de las tradicionales policro-  de referencia  básico  para el  creyente,  lo acercan
            mías de acabados mate, con dorados y estofados     y comunican con la divinidad, actúan como vía
            que resaltan su calidad artística. Siguiendo esta   hacia lo divino. Estas cualidades son demandadas
            línea rechaza las vanguardias que empiezan a im-   por los comitentes mediante condiciones contrac-
            ponerse en el arte religioso, pero sabe introducir   tuales, sin descuidar las tradiciones barrocas que
            muy sutilmente elementos y características que no   tan fielmente expusieron todas estas característi-
            lo alejan del nuevo estilo. Sus estudios relaciona-  cas, que acercaban y empatizaban con el público
            dos con la estatutaria egipcia y griega marcan una   al que iban dirigidas.
            clara influencia a lo largo de su producción artísti-
            ca, y claro está, en su faceta de imaginero, usando       Pérez Comendador es claramente un
            técnicas que dejan entrever las señales de la gubia   escultor academicista, que tiene que aprender a
            en los ropajes, para contrastar con las superficies   convivir con la nueva vertiente artística que cada
            pulidas y suaves de las carnaciones; y que com-    vez toma más fuerza, amparada por una jerarquía
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