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El Flagelo
Nuestro Camino
Dicen que hay tantos Caminos de Santiago Los maridos ya habían vivido la experiencia.
como peregrinos, y lo cierto es que este grupito de Ambos habían recorrido el trayecto del Camino
locos hizo un Camino propio, sobre todo interior Francés unos años antes: Juan desde Sant Jean Pied de
y personal, donde sucedieron muchos milagros, y Port en bici, y Sergio desde Sarriá, a pie. Ambos nos
donde cofirmamos que, solos, quizás hubiéramos contaban con un brillo especial en los ojos su vivencia
llegado más rápido (o no hubiéramos llegado), y nosotras les ecuchábamos con cierta envidia.
pero juntos llegamos, lo conseguimos, y fue una
experiencia maravillosa. Para las chicas, era un sueño no cumplido.
Myriam lo había intentado varias veces. La primera
Los cuatro deseábamos hacer el Camino, vez sus planes se frustaron por la enfermedad. Llegó
llegar a Santiago tras días de esfuerzo y superación, la Esclerosis Múltiple y los problemas para caminar.
quizás no por vocación religiosa, pero indudablemente Esta enfermedad es caprichosa, la incertidumbre
buscábamos conectar con nuestra espiritualidad, de levantarte bien o mal nos acompaña cada día y
con el ser humano, con la bondad del desconocido, la espada de damocles siempre está sobre nuestras
alejarnos de lo material, vivir con lo mínimo y llegar cabezas, pues no sabemos si después de un brote
a la meta, disfrutando de la naturaleza, del aire puro, nos vamos a recuperar o nos quedarán secuelas
conociendo a buenas gentes y aprendiendo cada día. permanentes. Lo volvió a intentar en 2012, ya con la
enfermedad un poco más estabilizada, pero un nuevo
brote volvió a impedir el intento.
En el caso de Myriam, no hay signos externos
de enfermedad, salvo porque en ocasiones necesita un
bastón para evitar problemas de equilibrio y ayudar
en la estabilidad en la marcha. Pero los síntomas
invisibles están ahí: la fatiga extrema, la rigidez
muscular, el dolor, los problemas de visión...
En el caso de Mª Angeles, la Esclerosis
Múltiple es más visible. Usa una scooter (silla de
ruedas eléctrica) para desplazarse y vencer las
limitaciones de la discapacidad. Ella también quería
hacer el Camino, aunque pensaba que ya no sería
posible.
Fue en una convivencia, bajo un pino doncel,
donde Sergio les dijo a María Ángeles y a Juan que
Myriam y él habían empezado a entrenar de nuevo
para intentar hacerlo juntos. Habían elegido el
Camino Portugués central, para que Sergio hiciera
un recorrido diferente y Myriam no tuviera que
enfrentarse a desniveles muy pronunciados. “Nos
apuntamos,- dijeron -, y si en algún punto no podemos
pasar con la silla, retrocedemos y os esperamos en el
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