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El Flagelo


                                                                pedalear, tirándo de la scooter. Esta se cargaba con el
                                                                pedaleo, como si fuera una dinamo. Así, aprendimos
                                                                que en las cuestas empinadas había que enganchar
                                                                la scooter a la bici para ir recargando el consumo
                                                                eléctrico, ayudar empujando en las subidas y dejar la
                                                                inercia de la silla en las bajadas.

                                                                       El segundo reto fueron las grandes piedras,
                                                                las raíces y las calzadas romanas. Cuando era posible,
                                                                Myriam se hacía cargo de llevar la bici, las mochilas,
                                                                los bastones y todos los cachibaches, para que Juan
                                                                y Sergio pudieran empujar la silla y sortear los
                                                                obstáculos. Si no se podía, Juan llegó a llevar a Mari
                                                                Ángeles en sus espaldas en las subidas más difíciles,
                                                                dejarla con Myriam sentada en una piedra, si la
                                                                había, y si no apoyada en ella de pie, para volver a
             albergue siguiente”. Y no lo dudamos. Ahí nació el   por la silla, desmontarla y subirla entre Sergio y él.
             cuarteto de Los “Pelegrinos”. Buscamos albergues   Una odisea épica, que siempre afróntábamos a una,
             adaptados a lo largo de todo el Camino (hay muy    sin dilación.
             pocos, por cierto), elegimos etapas de distancia media
             que no nos agotaran, entrenamos y llegó el día.           La lluvia nos acompañó dos días, siempre
                                                                cayendo sobre nuestras cabezas cuando no había
                     Nos fuimos a Tui en el coche de Juan, con   lugar  para  guarecerse.  El  barro  tampoco  nos  lo
             nuestras cuatro mochilas y la Tutti-Peregrina, una   ponía fácil. Estos días nuestro ánimo se oscurecía y
             scooter de ruedas pequeñas que Mari Ángeles usaría   caminábamos en silencio. Pero cuando despejaba
             en el Camino. También llevábamos la bici de Juan,   nuestra alegría volvía, cuando encontrábamos un
             porque la idea era que camináramos cada etapa los   plato de sopa caliente nos parecía el manjar más
             cuatro: Myriam y Sergio con sus bastones de marcha   delicioso y llegar, día tras días, al final de la etapa, era
             nórdica, Juan con la bici llevada a pie para ir a nuestro   una recompensa emocionante para nosotros.
             ritmo y Mari Ángeles en la scooter, y al llegar al final
             de etapa, Juan volvería al punto de partida en bici       La gente que encontramos a lo largo del
             para recoger  el coche y volver a reunirse con nosotros.  Camino también fue un regalo: desde nuestros amigos
                                                                de Cartagena y de Totana con los que coincidimos
                     Salimos  con mucha emoción, sin saber si   por casualidad, hasta el amigo Andrés, de Madrid,
             podríamos llegar a Santiago en el plazo previsto   con el que compartimos charlas nocturnas, pulpo y
             (seis días), sin saber si la silla aguantaría, sin saber   algún vinito. Los extranjeros también se paraban a
             si nosotros cuatro seríamos capaces de entendernos   hablar con nosotros, y llegamos a saber que en los
             y apoyarnos en el trayecto, con muchas dudas e     albergues hablaban de nuestro grupo y nos seguían
             incertidumbres.                                    con interés. “Yo los ví en tal sitio”. “Yo ayudé a
                                                                empujar la silla en tal colina”.  “Coincidimos en tal
                     Nos encontramos con retos en el camino     iglesia”... Gente de  Brasil,  Polonia, Corea, Japón,
             que tuvimos que superar entre todos: la batería de la   Estados Unidos, Francia y de muchas provincias de
             scooter empezó a dar problemas en la primera etapa.   España...  nos  pedían hacerse fotos  con  nosotros  y
             Pero  Juan  fue  el  artífice  del  primer  milagro:  sacó   hablaban de nuestra hazaña en sus blogs y con sus
             una cuerda elástica con unos enganches tipo pulpo,   familias. Muchos nos echaron una mano empujando,
             enganchó la silla de ruedas a la bici, se subió en ella   dándonos ánimo o recibiéndonos con aplausos
             y nos quedamos estupefactos cuando empezó a        cuando por fin llegamos a Santiago.




















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